¿Qué habilidades debe tener un buen Coach?
Hoy en día puedes encontrar formaciones en Coaching que te prometen enseñarte a ser Coach en un fin de semana, o formaciones en coaching online en las que ves unos cuantos videos y se supone que ya sabes hacer Coaching. No te dejes engañar.
Aprender a hacer un buen Coaching es una tarea difícil, que requiere mucho tiempo y dedicación. Mucha gente cree que Coaching es meramente la aplicación de una serie de herramientas o técnicas, pero nada más lejos de la realidad. ¡El buen Coaching es un ARTE! Y como todo arte, se aprende a fuego lento experimentando en profundidad.
Por este motivo, existen muy pocos cursos de coaching que te formen de verdad para ser Coach, y que además te certifiquen para poder dedicarte a esta bella profesión.
En mi opinión, un buen Coach necesita desarrollar, en profundidad, múltiples habilidades, pero déjame que te detalle únicamente cinco de ellas, para explicarte mejor por qué no creo en el coaching ‘light’.
5 habilidades clave de un buen Coach
Cualquier formación en coaching, online o presencial, que se precie, debería, al menos, entrenar a fondo estas 5 habilidades clave del buen Coaching:
1.Tener presencia como Coach
A lo que me refiero con ‘presencia’ es tan profundo, que cuesta describirlo con palabras. Presencia es ESTAR de verdad, no solo física o mentalmente, sino ESTAR con todo tu SER. Cuando un Coach tiene presencia, su cliente lo percibe en cada poro de su esencia. Presencia es tocar el alma de la otra persona con tu energía. Es estar tan, por y para ella, que nada tuyo exista en ese momento.
Si, por ejemplo, yo (Agustín) estoy haciendo Coaching a Pilar, Agustín no puede estar en la sesión. ¡Sólo Pilar! El cuerpo de Agustín estará presente, y su mente también, pero esas ‘partes’ de Agustín no serán quiénes coacheen a Pilar. Agustín sólo ‘ensuciaría’ la sesión. Agustín tiene que salirse de sí mismo y conectar con su consciencia más elevada, para coachear a Pilar. Y en ese momento se siente esa presencia, esa energía amorosa, envolvente y a la vez retadora, que permite descubrir la clave oculta del crecimiento que estamos buscando. Esa presencia inunda al cliente de una confianza en sí mismo y en su coach indescriptible, y le inspira el coraje para explorar en lo más profundo de sí mismo, hasta llegar a donde jamás se atrevería ir solo. Ahí abajo es donde están los tesoros de descubrimiento que andamos buscando. Sin ellos, las sesiones no servirán para lograr cambios sostenibles. Como podrás imaginarte, la presencia no se adquiere en un fin de semana, ni viendo vídeos.
2. Hacer Coaching desde la intuición
La intuición es uno de nuestros mayores dones como Seres Espirituales Humanos, por no decir el mayor. Pero sólo funciona si abres el canal activamente y confías plenamente en ella. La intuición aporta sabiduría que no proviene de ningún proceso lógico-deductivo, racional o emocional, y que no proviene del pasado almacenado en nuestro subconsciente. La intuición proviene de una fuente más elevada, y por tanto más mística y misteriosa, pero no por no comprenderla funciona menos. Es, en mi opinión, la mayor fuente de sabiduría a la que podemos acceder. Y, siendo así, ¿no debería guiarse un Coach mucho más por su intuición que por su pequeña razón?
Si observas una sesión de Coaching, es muy fácil detectar si las preguntas del Coach, o su manera de manejar determinada herramienta, viene de su intuición más elevada, o de su razón más deductiva. Si es lo primero, estará haciendo buen Coaching. Si es lo segundo, estará analizando a su cliente, lo cual es, por definición, anti-coaching.
Una vez más, aprender a usar tu intuición de esta manera, no se aprende en una formación de coaching de fin de semana, viendo videos o mirando por streaming lo que otros hacen.
3. Saber sacar de bucles mentales
Un bucle mental es aquel, que se retroalimenta a sí mismo con múltiples pensamientos y emociones, buscando argumentos para perpetuarse indefinidamente.
Si te fijas, la mayoría de nuestros juicios son bucles mentales, sobre todo los juicios hacia nosotros mismos. Si, por ejemplo, opinamos que no somos lo suficiente, el bucle se irá al pasado a buscar escenas grabadas en nuestra memoria, que demuestren que no somos lo suficiente, llenará nuestro cuerpo con emociones limitantes que apuntalen tal afirmación y, por si fuera poco, se irá al futuro a dibujarnos escenarios imaginarios, que nos dan mucho miedo, en los que nos veremos fracasar.
El juego está completamente amañado, siendo imposible ganar, ya que el bucle quiere perpetuar la creencia de ‘no eres suficiente’. Si en algún momento ganásemos, despertaríamos, y seríamos capaces de salir de la esclavitud del bucle.
Si un Coach no sabe sacar a su cliente de este tipo de bucles, las sesiones no harán más que dar vueltas y más vueltas alrededor del mismo punto. Cada argumento a favor de ser suficiente será inmediatamente destruido por otro, de mayor peso, que demuestre lo contrario con un hecho relevante del pasado. Cada chispa de emoción empoderadora será inmediatamente aplastada por una pesada sensación de frustración y miedo. Nuestros bucles nos conocen bien, llevan con nosotros innumerables años y se hacen más listos y hábiles cada día que pasa. La mente del cliente está llena de estos bucles, y ¡la mente del Coach también! Por tanto, si el Coach trabaja desde su mente, irremediablemente trabajará desde sus propios bucles, desde sus propias limitaciones, desde sus propios miedos, puesto que estarán activos en cuanto empiece la sesión. ¡Y un bucle del Coach no puede deshacer un bucle de su cliente!
La única manera es que el Coach se eleve por encima de sus propios bucles, se desidentifique de ellos, haciendo una difícil labor de mindfulness profundo, para conectar con su consciencia y sabiduría transpersonal. Desde ahí detectará el bucle del cliente, y usará alguna técnica para provocar que despierte, abra los ojos, se vea a sí mismo dando vueltas interminables, sienta la impotencia de ese movimiento sin movimiento, y decida dar un gran salto de consciencia fuera del bucle. ¡Eso es Coaching en estado puro! En ese salto se dará cuenta, no sólo de la clave que andaba buscando, sino de ¡QUIÉN ES en realidad!
4. Confiar en la magia del SER.
Como te decía antes, el buen Coaching no es una técnica o un cúmulo de herramientas, sino un ARTE. Y un buen Coach, como cualquier otro artesano, tendrá sus herramientas, pero lo más importante será su destreza y maestría. Un artesano sin herramientas puede hacer maravillas. Una herramienta sin artesano ¡no hace absolutamente nada! Aprender herramientas en un curso de coaching, presencial u online, no servirá de nada, sin no está emergiendo dentro de ti un/a grandioso/a artesano/a.
¡Y los artesanos confían en la magia! ¿Por qué? Porque el arte no viene de la lógica, ni de las matemáticas. Los robots del futuro harán infinidad de cosas mejor que nosotros, pero NUNCA harán ARTE. El arte viene de una conexión, que logra crear nuestro espíritu con una fuente mágica y misteriosa que nos ilumina a través de la intuición. Tu mejor Coaching nunca vendrá de tu mente, sino de la magia del Coaching profundo. Y esta, a su vez, sólo brota, si te entregas por completo a ella. Eso significa abrazar el hecho de no saber lo que va a pasar, y tirarse al vacío con los ojos cerrados, convencidos de que vamos a aterrizar justo donde debemos. Tirarse al vació significa, en este contexto, atreverse a hacer preguntas ilógicas, fuera de contexto, plantear dinámicas rompedoras, imprevisibles, permanecer en silencio, conectados con una mirada que toca el alma, durante lo que a la mente racional pueda parecerle una eternidad. Y todo ello fruto de un impulso intuitivo que hace brotar una genial idea en nuestro interior. Cero lógica, cero planificación, cero deducción, 100% chispa creativa del SER. Una vez más, ¡esto no es tan fácil de aprender!
5. Creer en los sueños
Un antiguo alumno de nuestra escuela es profesor en un colegio de Barcelona. Un día, uno de sus alumnos que no tendría más de 8 años, le preguntó: Jordi, ¿tú qué día te hiciste mayor? Cuando Jordi me lo contó, la pregunta de ese niño sabio me impactó profundamente. ¡Qué razón tenía! Un día, un preciso día del cual no solemos acordarnos, nuestra mente decide que ya somos mayores. Y ese día, terrible para nuestro futuro, dejamos de creer en los sueños. Todo lo que anhelas está más allá de lo que tienes hoy. De lo contrario no serían anhelos, sino realidades. El hecho de que esté más allá de tu ‘hoy’, forma parte de la esencia de cualquier anhelo, objetivo o sueño, la única diferencia es el tamaño de su distancia. Sí creemos en los objetivos, porque su distancia con el ‘hoy’ nos parece coherente. Según la teoría de los buenos objetivos, estos han de ser ambiciosos, pero a su vez, realistas y alcanzables.
Desde una perspectiva de planificación empresarial, tiene mucho sentido que los objetivos se definan de esta manera, pero desde una perspectiva de crecimiento espiritual humano, ¡desde luego que no! Y lo afirmo con exclamación, porque si fijamos así nuestras metas esenciales en la vida, siempre serán metas muy pequeñas.
Hemos nacido como Seres inmensos, y terminamos fijándonos metas pequeñas, solo porque un día nos hicimos mayores y dejamos de creer en los sueños. Dicho de otra forma, dejamos de tener el coraje para perseguir grandes objetivos. Lo normal sería que nuestros clientes hayan caído en esta trampa mental, ya que de lo contrario no serían clientes de Coaching, pero lo grave es que también haya caído en ella el propio Coach. Un Coach que no crea en los sueños infectará a su cliente, y le
incitará, sin darse ni cuenta, a perseguir pequeñas metas. Sinceramente, nadie necesita a un Coach para conseguir pequeñas metas. Eso lo sabemos hacer solitos. Pero si tengo delante de mí a un/a Coach, con PRESENCIA, conectado a su INTUICIÓN, usando la MAGIA del coaching para bypasear mis bucles mentales, y creyendo en los SUEÑOS, entonces mis alas se desplegarán y mi Ser dibujará delante de mi el futuro que anhela mi esencia.
Ese futuro podrá ser más fácil o difícil, pero en cualquier caso será ¡MI FUTURO! Si mi futuro está alineado con mi alma, ¿cómo no voy a ir a por ello? ¿Desde cuándo tiene sentido vivir una vida sin propósito, sólo porque el miedo del adulto nos dice que pone en peligro nuestra estabilidad?
Uno de los dos ha de creer en los sueños, no como un niño pequeño, sino como un Ser Espiritual que sabe poner el futuro en las sabias manos de la consciencia más elevada, y no en la temeroso y pequeña mente racional. Ojalá ese papel lo juegue, en cada sesión, tu Coach.
Y muchas cosas más
Evidentemente, un/a Coach tiene que saber hacer muchas más cosas, que también son difíciles de aprender, como por ejemplo: hacer preguntas que despierten la consciencia de su cliente, escuchar más allá de las palabras, saber retar al saboteador interior del cliente, gestionar con destreza emociones, potenciar su coraje…
Pero con que hoy haya logrado, mediante este artículo, darte una pincelada, una muestra del maravilloso aroma que desprende la poderosa magia del buen Coaching, y de lo apasionante que es aprenderlo en profundidad, me daré por satisfecho, pues sabrás separar el grano de la paja en este marquetiniano universo de las formaciones en Coaching.
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