El anciano, sereno y atento, tan solo les decía: “Puede ser, puede ser…”
Al cabo de unas semanas, la yegua retornó al calor de su establo, acompañada de tres hermosos caballos salvajes. Los aldeanos, al escuchar la noticia, corrieron a visitar al anciano: “¡Qué buena suerte has tenido! ¡Menuda alegría! ¡Bendita sea tu yegua que escapó! Ahora podrás labrar tu tierra en la mitad de tiempo. ¡Qué buena suerte!”.
Pero el anciano tan solo repetía, una y otra vez: “Puede ser, puede ser…”
A los pocos días, el hijo del anciano estaba montando a los nuevos caballos salvajes para domesticarlos cuando, de repente, uno de ellos lo derribó con fuerza y se fracturó ambas piernas. Los aldeanos, consternados, corrieron a visitar al anciano: “¡Qué mala suerte! ¡Menuda desgracia! ¿Cómo vas a arar tus tierras sin la ayuda de tu único hijo? Te quedarás sin sustento. ¡Malditos caballos que han traído la desgracia a tu casa!”
El anciano escuchaba sereno y tan sólo respondía de nuevo: “Puede ser, puede ser…”
Al cabo de unas semanas, estalló la guerra con el país vecino y el ejército del rey pasó por cada aldea para reclutar a los primogénitos de cada familia. Al llegar a la casa del anciano, y ver que su hijo tenía ambas piernas fracturadas, siguieron su camino y se olvidaron del muchacho. De nuevo, los aldeanos fueron a visitar al anciano: “¡Qué buena suerte has tenido! ¡Menuda alegría! ¡Bendito accidente aquel que conserva la vida de tu hijo y lo mantiene a tu lado durante la escasez y la angustia de la guerra! ¡Gran destino el tuyo que cuida de tu persona y de tu hacienda manteniendo al hijo en casa!”.
El anciano, esbozando una ligera sonrisa, volvió a contestar: “Puede ser, puede ser…”.
Prueba a no etiquetar las cosas que te pasan como buenas o malas. Solo obsérvalas, vívelas, atraviésalas desde tu parte más sabia, aceptando que la ‘suerte’ tiene dos caras, que forman parte de una única moneda.
A veces, no sabremos de qué nos ‘salvó’ aquello que nos pasó que pensamos que era un golpe de mala suerte. Pero si aprendes a confiar en el ‘puede ser, puede ser’, sabrás que también aquella vez, tu moneda tuvo las dos caras.
Me encanta este cuento ?
Muchas gracias María Rosa, vamos a ponerlo en práctica todo lo que podamos para ver como nuestra vida se convierte en magia.
Un abrazo
Me encanto el cuento facil de leer. Gracias
Gracias Jissel, espero que te ayude a darle otro punto de vista a tu vida y ver las dos caras de la moneda.
Un abrazo
Es un cuento muy sabio pero no es sólo por lo que nos sucede, también es por lo que hacemos, no sabemos casi nada de sus consecuencias, en realidad.
Exacto Luis, desde las palabras y los hecho podemos cambiar nuestra forma de ver las cosas y así nuestra suerte. Muchas gracias por compartir.
Un abrazo